no puedo creer cómo no me di cuenta antes que faltaba él... no me lo perdonaré... mi compañero incondicional en este viaje... siempre ahí, apostado en el tablero con su mirada fija en la ruta, para guiar su carro minero en paralelo a un budín de proporciones coincidentemente similares, hacia donde dictara la línea verde punteada de las rutas panorámicas de nuestra guía Michelin...
no sobrevivió. el viaje fue demasiado para él. no fue que eligió seguir andando en su carro por tierras más remotas. en un arranque de orden en el caos, alguna schepita furiosa aplicó el rigor de la selección, deshaciéndose del único elemento en toda la camioneta que de veras hacía algo. sus pequeñas rueditas de verdad giraban.
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